martes, 30 de septiembre de 2008

El Marketing Político en pocas palabras...

Dr. Luis Costa Bonino

El marketing político es un método para hacer buenas campañas. Sus componentes son la ciencia política, la sociología electoral y la comunicación. Sus desavenencias con el marketing comercial son más fuertes que sus afinidades. Se conoce de él mucho más el mito que el método. No es cierto que el marketing político construya campañas vacías y cosméticas, centradas en la apariencia. Por el contrario, las campañas que hacen los buenos consultores tienen poderosos contenidos, guardan muy celosamente las identidades históricas de los partidos, respetan la personalidad de los candidatos y proponen ofertas razonables y orientadas al desarrollo de los países.

El método de Marketing Político parte del conocimiento del electorado y del diagnóstico de la elección. Mediante encuestas, estudios de opinión pública y análisis estadísticos, trata de llegar a cuatro conocimientos operativos clave: cómo es el candidato, cómo son sus adversarios, cómo son los electores, cómo es la elección. Este punto de partida, llamado también DSP (diagnóstico socio-político) permite construir una estrategia de campaña, la cual está compuesta por un mensaje, por los grupos objetivo a los cuales va dirigido, los medios de difusión que serán utilizados y por un manejo específico de los tiempos para el procesamiento de esos contenidos.

Una campaña orientada por el método del marketing político hace que el mensaje sea uno. Dice lo mismo el slogan de campaña que la imagen del candidato. Hay un único mensaje dicho de mil maneras. La famosa “asesoría de imagen” del candidato es una forma redundante, clara, inequívoca, de que el candidato diga de una forma no verbal, lo mismo que dice el resto de su campaña con palabras y argumentos.

El cimiento de los buenos mensajes está formado por los puntos fuertes del candidato, por la identidad de su partido y por los deseos o temores de los electores. Cuando un mensaje se construye con estos ingredientes el resultado es efectivo.


El mensaje se comunica a los electores. Pero no a todos los electores al mismo tiempo ni de la misma manera. Unos electores se interesan especialmente por la política, leen los periódicos. Otros no se informan, no les interesa la política, no les gusta leer. Los primeros saben desde mucho tiempo antes cuando habrá elecciones y a quién votarán. Los segundos se enteran que habrá elecciones pocos días antes de su realización y pueden cambiar muy fácilmente de opción política.

Estas características diversas de los electores centrifugan y segmentan el cuerpo electoral. Permiten saber en cada momento de la campaña a quiénes hay que dirigirse de manera prioritaria, con qué formato de mensaje y por qué medios. Lejos de la elección, es bueno utilizar prensa y argumentos políticos. Porque en ese momento quienes están decidiendo su voto son electores informados y buenos lectores. Muchos de quienes acostumbramos llamar líderes de opinión. En el medio tiempo es bueno usar radio y hacer propuestas concretas y atractivas, para aquellos que deciden por quien votar comparando las ofertas que hace cada uno. Cuando estamos cerca de la elección, cuenta la emoción que genera la campaña y la persona del candidato. Quienes no se interesan por la política no deciden por persuasión política. Ésta es la hora de los mensajes más simples, de la imagen, de la televisión, de las percepciones, de la seducción, de la sensación de poder que genera el candidato.

El Marketing Político basa buena parte de su eficacia en un conocimiento profundo de la naturaleza y el funcionamiento de los medios de difusión. Cómo hacer un plan de medios para una campaña electoral, cómo enseñar a un candidato a desempeñarse de la mejor manera frente a una cámara de televisión o en una situación de debate, cómo editar y presentar las mejores imágenes para generar una percepción positiva de nuestro candidato entre los electores. Todas estas actividades remiten a la tarea de los consultores, quienes trabajan con el conocimiento acumulado por el Marketing Político en investigaciones científicas y en la experiencia de miles de campañas exitosas.

El Marketing Político es una disciplina centrada en la estrategia. Como tal, atribuye una importancia decisiva al conocimiento profundo de la lógica con la cual se manejan los tiempos de ejecución de los contenidos de una campaña. En una campaña electoral, el orden de los factores altera de una manera dramática el producto. En estas circunstancias hacer las buenas cosas es tan importante como hacer las cosas bien. Además es necesario hacerlas, día por día, en su debido y exacto momento. Saber cuándo y porqué se empieza una campaña o precampaña. Cómo se logran los efectos de impacto, de seducción y de poder. Cómo son las técnicas de inicio, de sostén y de cierre de una campaña electoral. Saber los objetivos de cada formato de mensaje, el protagonismo coyuntural de cada medio de difusión, los grupos objetivo que hay que ganar en cada momento. Grandes y sutiles complejidades que han hecho de esta disciplina un trabajo de especialistas.

El Marketing Político es una caja de herramientas para ganar elecciones. La mayoría de estas herramientas se manejan de una forma simple y eficaz, mediante procedimientos que pueden enseñarse a los equipos de campaña, para que multipliquen el impacto y la efectividad de su trabajo.

En una campaña electoral se movilizan vastos recursos y se generan enormes esperanzas. El destino de un proyecto político no es banal. Compromete la vida cotidiana de millones de personas que conforman un país. Lo que está en juego impone que se traten las campañas electorales con profesionalidad y respeto. El Marketing Político es la respuesta profesional a las preguntas complejas que plantea toda campaña. Estas respuestas hacen la diferencia entre proyectos que se aplican y cambian la fisonomía de los países, o intentos frustrados y fugaces que desaparecen entre una elección y la siguiente.

Una campaña electoral perfecta

En el año 2009 habrá elecciones presidenciales en El Salvador, Panamá y Honduras, en marzo, mayo y noviembre respectivamente. En este año 2008 se procesarán las candidaturas presidenciales mediante mecanismos de selección de candidatos y precandidatos y elecciones internas partidarias. La tradición en América Central es iniciar los procesos electorales y preelectorales con bastante anticipación.

El Salvador 2009: la elección más competida?

Cuatro períodos de gobierno consecutivos de ARENA y un momento político favorable a las izquierdas en América Latina anticipan una competencia muy ajustada entre los dos principales partidos salvadoreños. En este escenario quien gane la campaña seguramente ganará la elección del 15 de marzo de 2009.

El Partido de Gobierno ha elegido el día 15 de marzo como Candidato Presidencial al Ingeniero Rodrigo Ávila, de 43 años, quien en enero pasado dejó el cargo de Director de la Policía Nacional Civil (PNC). En su discurso de proclamación se comprometió con "Una nueva derecha, que está absolutamente identificada con las grandes mayorías, y decidida a trabajar en la solución de sus problemas".

En el Frente Farabundo Martí para la Liberación nacional, FMLN, el candidato presidencial es el periodista Mauricio Funes. http://www.fmln.org.sv


El Marketing y la Campaña Politica Electoral.

Se cree, erróneamente, que hacer marketing implica disfrazar una realidad negativa con un envase atractivo. Y nada más lejos del concepto real. El marketing es una disciplina universitaria que aconseja, antes que nada, “nunca prometa lo que no va a poder cumplir”. En rigor, hacer marketing es estudiar científicamente la realidad de un mercado, en el campo político, ello implica realizar un estudio profundo sobre las preocupaciones, anhelos y frustraciones del electorado. La mayor ironía, entonces, es que el marketing “no tenga buena prensa”.

Un objetivo principal del buen marketing político es sensibilizar a la sociedad civil respecto de la conveniencia de transparentar la comunicación electoral y de gestión de gobierno, que realizan los diversos actores del sistema político. Para ello, se requiere formar cívicamente al votante. Ello es, que este aprenda a distinguir una buena propuesta política de una mera imagen de impacto. El debate político gana calidad no sólo cuando los dirigentes son más serios, sino también cuando los votantes son más exigentes.

No obstante, es innegable que el marketing político está imponiendo el formato del politainment, es decir, mitad política y mitad entretenimiento. Dado que la gran mayoría de la gente no tiene una actitud militante y comprometida con el proceso electoral, a los paradestinatarios (independientes, escépticos e indecisos) se les llega mejor mediante un formato que utilice el show como cabecera de playa para desembarcar luego en el mensaje político.

En consecuencia, la discusión debería centrarse en la calidad de las campañas electorales. La publicidad política hoy es un componente relevante pero no excluyente del mix integrado de las comunicaciones políticas. Una campaña, además de publicidad política, debe tener una estrategia. Sin esta última, la publicidad política es “ketchup sin hot dog”.

A veces, muchos practicantes de la disciplina parecen más cercanos a la magia que a la ciencia política, toda vez que interpretan que su trabajo consiste en hacer ver flacos a los gordos y altos a los petisos. El verdadero marketing político pregona maximizar las fortalezas y minimizar las debilidades, pero partiendo de la base real con la que uno cuenta.

Finalmente, cabe señalar que del exceso de show se sale con más y mejor política. Sin obviar la necesidad de hacer más atractivos los mensajes y más seductores los discursos, el formato de la imagen también puede ser un aporte a la calidad de la comunicación. El problema radica en que algunos piensan que una buena imagen sólo sirve para encubrir una mala propuesta, mientras que lo lógico sería pensar que una buena imagen sirve para mostrar mejor una buena propuesta.